David contra Goliat
La supremacía demográfica, económica y militar rusa hacía prever una entrada triunfal en la capital de Ucrania, Kyiv, antes de finales de febrero. Sin embargo, el apoyo humanitario, financiero y militar recibido a nivel internacional y la disposición del pueblo ucraniano a defender su país han concedido un inesperado vigor a la nacion eslava, que resiste los ataques vehementemente. Hasta febrero de 2023, Rusia solo ha conseguido anexionarse las regiones ocupadas de Donetsk, Luhans, Zaporiyia y Jersón mediante referendums considerados ilegales por la comunidad internacional.
Una férrea respuesta de Occidente
Rusia se enfrenta a importantes sanciones como resultado de su acción. Entre algunas de las más relevantes figuran:
- Exclusión de los bancos rusos del sistema SWIFT.
- Congelación de los activos del Banco Central de Rusia y negación de acceso a sus reservas internacionales por valor tasado de 630.000 millones de dólares estadounidenses a fecha de enero de 2022.
- Sanciones a miembros del Gobierno, personalidades militares, oligarcas y empresarios de los sectores del petróleo, la banca y las finanzas.
- Prohibición general de los vuelos y el acceso aéreo por parte de Rusia a más de una treintena de países.
- Suspensión por parte de Alemania del permiso de apertura del gasoducto Nord Stream 2
- Veto de los medios de comunicación estatales y varios sitios web rusos.
- Expulsión de Rusia de eventos deportivos y culturales internacionales.
- Medidas contra Bielorrusia e Irán debido a su apoyo a Rusia.
- Veto de la Unión Europea a las importaciones rusas de petróleo, combustibles fósiles, oro, productos siderúrgicos o cosméticos. Asimismo, están prohibidas las exportaciones de teconología de vanguardia al país eslavo.
Desde el punto de vista económico, Rusia ha sufrido la deserción de muchas empresas extranjeras operantes en el país, una notable devaluación del rublo ruso frente al dólar y el euro, el cierre de la bolsa de Moscú en repetidas ocasiones y un dramático incremento de los tipos de interés, lo cual tendrá un importante impacto en el PIB nacional. Todo ello sumado a la escalada de la crueldad están generando un clima social marcado por la aversión hacia Putin y su política bélica.
Pero el bloque occidental tampoco sale ileso y lo va a pagar muy caro a corto y medio plazo, literalmente hablando. Dado el importante papel de la industria petrolera rusa en el suministro mundial, los precios de los petróleos de referencia West Texas Intermediate (WTI) y Brent llevan rebasando los 100 dólares por barril desde la última semana de febrero de 2022, y una subida similar es también la experimentada en el caso del gas. No es baladí que más del 40% del consumo de este combustible en Europa provenga de Rusia y que los suministros de gas a través de la ruta de tránsito de Ucrania representen por sí solos el 5% de las importaciones netas extracomunitarias de la UE. Obviamente, la congelación del Nord Stream y los cortes en el suministro por parte de Rusia complican aún más este escenario.
Por ello, los miembros de la OTAN y sus aliados se apresuran a buscar alternativas para terminar con la dependencia de los combustibles fósiles rusos. En esta área, la Comisión Europea ha anunciado en mayo el Plan REPowerEU con el que entre 2022 y 2030 se pretende incrementar la producción de renovables hasta el 45% y de biometano hasta los 35bcm, así como duplicar la capacidad solar fotovoltaica. Eso sí, esto no resultará barato. Los costes estimados para la consecución de este ambicioso proyecto ascienden a aproximadamente 290.000 millones de euros.
El conflicto y su perspectiva desde América Latina
La condena a la invasión por parte de Rusia no ha sido unánime, puesto que los intereses económicos o la vinculación histórica a uno u otro bando desempeñan un papel decisivo en muchos casos. De esta forma, frente al aluvión de apoyos por parte de los miembros de la OTAN y Europa, países como la India o Emiratos Árabes Unidos adoptaron una postura neutral, mientras que otros como Bielorrusia, Corea del Norte, Irán o Birmania mostraron su apoyo a Rusia en mayor o menor medida.
En América Latina el patrón se repite. Entre las naciones que mostraron su rechazo abiertamente se encuentran aquellas cuya economía está orientada hacia el capitalismo y las relaciones comerciales con Estados Unidos como Colombia, Ecuador, Chile, República Dominicana o México. Algunos otros como Argentina, Brasil o Cuba fueron más cautelosos a la hora de expresar su condena, pero sí exigieron el cese inmediato del fuego y abogan por la vía diplomática. En el polo opuesto se sitúan aquellos países que han recibido apoyo de Rusia ante los cercos económicos iniciados por EE. UU. como Venezuela y Nicaragua, cuyos resultados electorales fueron reconocidos y aceptados por Rusia frente a una importante reprobación internacional. Estos últimos no solo se han alineado con Moscú y legitiman la operación militar, sino que van más allá y culpan a Occidente de haber provocado constantemente a Rusia en los últimos años.