Impacto económico y social del coronavirus (COVID-19) en España – Datos estadísticos
En diciembre de 2019, un extraño virus, el SARS-CoV-2, hace su aparición en la ciudad china de Wuhan y, tan solo tres meses más tarde, pone en jaque al mundo entero. Miles de contagiados y fallecidos, hospitales desbordados, supermercados desabastecidos y economías colapsadas. La COVID-19, considerada al principio como una gripe más agresiva de lo habitual, acaba siendo clasificada por la OMS como pandemia. Ahora bien, no todos los países se verán afectados de igual forma. En América, la enfermedad causa estragos en Estados Unidos y Brasil, mientras que en el viejo continente son España, Francia e Italia los Estados de la Unión Europea con mayor volumen de casos.
Con el fin de frenar el contagio masivo, el 14 de marzo de 2020 el Gobierno decreta el estado de alarma y el comienzo de un confinamiento, que duraría aproximadamente tres meses. De pronto, la población se enfrenta a un fenómeno nuevo que pone a prueba su resistencia física y psíquica: una cuarentena. Durante ese periodo, la perspectiva vital y la escala de prioridades de los ciudadanos cambian. Valorar los pequeños detalles diarios y disfrutar más del momento presente son, por ejemplo, algunas de las lecciones que los españoles afirman haber aprendido a raíz del encierro.
Pero tan importante como la huella del coronavirus durante la cuarentena es la que deja de cara al futuro: un escenario de crisis inminente a corto y medio plazo —cuando el país no había terminado de recuperarse totalmente de la anterior— y una sociedad políticamente dividida, con opiniones encontradas sobre la gestión de la situación.
Respecto al primer punto, según los datos reflejados en el Plan de Estabilidad enviado por el Ejecutivo en mayo de ese año a Bruselas, el retroceso en el producto interior bruto de España en 2020 será todavía mayor al pronosticado en marzo. Este patrón se repite en el caso del desempleo, con un incremento de la tasa mensual de paro hasta el 14,5% durante el tercer mes de 2020.
En lo referente al ámbito político, la fragmentación de la sociedad ya había quedado patente en los resultados de las dos elecciones a las Cortes Generales celebradas en 2019 y ha vuelto a ponerse de manifiesto durante la crisis del coronavirus. Menos de la mitad de la población apoyaba la gestión de la pandemia realizada por el Gobierno y un 53% tachaba de insuficientes las medidas económicas anunciadas para afrontar el impacto económico de una epidemia que ha pasado factura a todas las formaciones políticas, pero especialmente al partido liderado por Pedro Sánchez. Tanto es así que, en mayo de 2020, la intención de voto al PSOE había descendido en 4,7 puntos porcentuales con respecto al resultado obtenido en el sondeo previo a la celebración de las elecciones generales de noviembre de 2019.
Con el fin de frenar el contagio masivo, el 14 de marzo de 2020 el Gobierno decreta el estado de alarma y el comienzo de un confinamiento, que duraría aproximadamente tres meses. De pronto, la población se enfrenta a un fenómeno nuevo que pone a prueba su resistencia física y psíquica: una cuarentena. Durante ese periodo, la perspectiva vital y la escala de prioridades de los ciudadanos cambian. Valorar los pequeños detalles diarios y disfrutar más del momento presente son, por ejemplo, algunas de las lecciones que los españoles afirman haber aprendido a raíz del encierro.
Pero tan importante como la huella del coronavirus durante la cuarentena es la que deja de cara al futuro: un escenario de crisis inminente a corto y medio plazo —cuando el país no había terminado de recuperarse totalmente de la anterior— y una sociedad políticamente dividida, con opiniones encontradas sobre la gestión de la situación.
Respecto al primer punto, según los datos reflejados en el Plan de Estabilidad enviado por el Ejecutivo en mayo de ese año a Bruselas, el retroceso en el producto interior bruto de España en 2020 será todavía mayor al pronosticado en marzo. Este patrón se repite en el caso del desempleo, con un incremento de la tasa mensual de paro hasta el 14,5% durante el tercer mes de 2020.
En lo referente al ámbito político, la fragmentación de la sociedad ya había quedado patente en los resultados de las dos elecciones a las Cortes Generales celebradas en 2019 y ha vuelto a ponerse de manifiesto durante la crisis del coronavirus. Menos de la mitad de la población apoyaba la gestión de la pandemia realizada por el Gobierno y un 53% tachaba de insuficientes las medidas económicas anunciadas para afrontar el impacto económico de una epidemia que ha pasado factura a todas las formaciones políticas, pero especialmente al partido liderado por Pedro Sánchez. Tanto es así que, en mayo de 2020, la intención de voto al PSOE había descendido en 4,7 puntos porcentuales con respecto al resultado obtenido en el sondeo previo a la celebración de las elecciones generales de noviembre de 2019.
