En este escenario, los expertos se muestran algo optimistas, pero no demasiado, ya que la tasa de desempleo se situó en el 13,26% durante el primer trimeste de 2023 y el número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo (SEPE) se mantenía todavía por encima de los 3,5 millones. Por comunidades autónomas, las más afectadas por la escasez de trabajo son las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, así como Andalucía, con tasas de paro superiores al 17%.
Los grandes perdedores: los jóvenes
Entre los colectivos más afectados por la falta de trabajo durante la Gran Recesión se encontraba la juventud, chicos y chicas que carecían de una oportunidad en el mercado laboral tras finalizar sus estudios. Y la situación no ha cambiado demasiado desde entonces. Los jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 24 años siguen siendo aquellos con mayor dificultad para encontrar un empleo.
Si se alza la vista más allá de la frontera nacional y se compara España con el resto de países de la Unión Europea, el panorama se torna bastante desolador. En enero de 2023, su tasa de desempleo entre menores de 25 años posicionaba al país mediterráneo en el segunda puesto del ranking, por delante incluso de Italia y Rumanía. Esto ha provocado que muchos de ellos hayan emigrado y sigan emigrando a otros países con mejores perspectivas laborales.
Los estragos de la COVID-19
Un nuevo actor pisó este nada halagüeño escenario en 2020 para agravar aún mas la situación: la COVID-19. Esta pandemia mundial ha dejado millones de muertes a su paso y ha generado una gran crisis social y económica. En el caso de España, todos los sectores económicos se han visto afectados en mayor o menor medida, pero es el sector terciario el que ha sufrido las consecuencias de forma más acuciante. Prueba de ello es que en 2020 y 2021, el número de desempleados en este campo sextuplicaba los valores registratos en el resto de sectores.
Gran parte de los establecimientos vinculados al turismo y la restauración se vieron obligados a interrumpir su actividad temporalmente e incluso a cerrar. Si se tiene en cuenta que el turismo es una de las más importantes fuentes de ingresos de España, resulta fácil imaginar el impacto que esto ha tenido no solo sobre el empleo, sino también sobre el PIB nacional.