de mayor popularidad en la actualidad. Su frecuente uso en el ámbito culinario y los probados beneficios para la salud cardiaca, intestinal y cerebral de su ingesta moderada han contribuido al relativo
que, de media, supera los 220 millones de hectolitros. Ahora bien, este zumo fermentado no es ni mucho menos un descubrimiento reciente, sino que lleva siendo parte de la sociedad desde tiempos remotos. Es más, la evidencia más temprana de su producción y utilización, una vasija encontrada en los montes Zagros, se remonta al 5.400 a.C. Lo que si han evolucionado son las diferentes técnicas usadas para su elaboración que han ayudado a mejorar su calidad, así como han favorecido la aparición de opciones aptas para todos los bolsillos. Estos cambios se han visto reflejados en el aspecto económico. Y es que este sector mueve más de 150.000 millones de dólares estadounidenses cada año, gracias en gran parte a los bares y restaurantes. A fin de cuentas, las
han sido tradicionalmente la principal fuente de ingresos del mercado del vino, de ahí que el cierre y posterior limitación de aforo de estos establecimientos durante la pandemia de COVI-19 afectara tanto al sector, y se confía en que lo sigan siendo en el futuro.
Los países mediterráneos dominan el mercado
Pero ¿quiénes son los máximos referentes de la industria vinícola global? Para hallar la respuesta hay que dirigir la mirada al Mar Mediterráneo.
Italia, Francia y España agrupan alrededor de la mitad de la producción anual de vino, lo que en 2023 se tradujo en unos 115 millones de hectolitros. No en vano, se trata de tres de los Estados con la superficie dedicada a viñedos más amplia del mundo. En concreto, todos ellos cuentan con más de 750.000 hectáreas preparadas para este fin, llegando incluso a sobrepasar las 940.000 hectáreas en el caso del país ibérico. Además, entre los tres suman más de 1.200 denominaciones de origen, 750 solo dentro del territorio galo, y una cifra aún mayor de marcas. Teniendo en cuenta estos datos, no sorprende que estas naciones europeas sean, precisamente, las
principales exportadoras de vino, ni que supongan los destinos líderes en lo que a enoturismo se refiere.
El comercio del vino
La fama y el reconocimiento internacional del mencionado tridente europeo han desempeñado, sin duda, un papel clave en el crecimiento general experimentado por las
exportaciones de vino durante los últimos veinte años. Eso no quita, no obstante, que otros países como Chile y Australia, que dedican la mayor parte de su producción al comercio exterior, también se hayan convertido en piezas de relativa importancia dentro del mercado. En lo que respecta a la importación,
Estados Unidos es uno de los mayores compradores de esta bebida alcohólica fuera de sus fronteras, lo que no llama la atención si se considera la incapacidad de sus bodegas de abastecer la alta demanda de este brebaje por parte de sus ciudadanos. De hecho, con un consumo de aproximadamente 33,5 millones de hectolitros, se alza como la
nación que más vino bebe del mundo.
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