La industria del plástico en el mundo - Datos estadísticos
Básicamente, este tipo de polímeros sintéticos —compuesto por siete grupos (polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), polietileno de alta densidad (HDPE), cloruro de polivinilo (PVC), polietileno de baja densidad (LDPE), poliestireno (PS) y la categoría compuesta por otros plásticos como el policarbonato o el nylon)— son esenciales en muchas áreas para el funcionamiento de la sociedad moderna. No en vano, desde el inicio de su producción masiva en los años 40 del siglo pasado, esta ha ido en aumento y solo en las dos últimas décadas se ha duplicado hasta rebasar los 400 millones de toneladas métricas. Destaca especialmente el caso del polipropileno (PP), que representa por sí solo cerca de una quinta parte del total producido. Por todo ello, no es de extrañar que el tamaño de mercado de esta industria, que da empleo a más de un millón y medio de personas en todo el mundo, haya superado los 567.000 millones de dólares estadounidenses en 2023 y que las previsiones sean realmente optimistas de cara a los dos próximos quinquenios.
Geografía del plástico
Teniendo en cuenta su peso en la economía global, tampoco sorprende que los dos gigantes que se disputan su hegemonía tanto en este sector como en el petroquímico en general, Asia y América del Norte, muestren ciertas reticencias a las cuotas productivas. Especialmente el continente asiático, con China a la cabeza, es el principal fabricante de plásticos en la actualidad y acapara más de la 50% de la producción del planeta, triplicando con creces las cifras del bloque norteamericano. Y es que su economía en rápido crecimiento, el bajo coste de la mano de obra, las políticas gubernamentales favorables y el fácil acceso a las materias primas hacen de esta región un lugar atractivo para la inversión y la producción de productos plásticos.Asimismo, Asia no solo lidera la oferta, sino también la demanda. Nuevamente, el crecimiento económico y demográfico de esta zona resultan claves, reflejándose su impacto, por ejemplo, en el mayor consumo de alimentos envasados, la expansión del comercio electrónico —y de la demanda paralela de embalajes para el transporte de mercancías— o la adquisición de más de dispositivos electrónicos compuestos de este material en gran parte.
Eso sí, los países europeos llevan la delantera en lo que al comercio de residuos plásticos se refiere, especialmente después de que China prohibiese en 2018 la entrada de este tipo de desechos para evitar convertirse en el basurero del mundo, cosa que está ocurriendo con otros lugares de esta área geográfica. Destaca el caso de los Países Bajos, que además de ser el mayor importador mundial gracias a la recepción de casi 800.000 toneladas se posiciona cuarto en el ranking de exportaciones. El mismo patrón se repite con Alemania, pero en sentido inverso, ya que aparte de encabezar la lista de las exportaciones es también cuarto en volumen de importaciones.
La demanda de plástico sigue creciendo
A la par que la demanda, la cifra de residuos se ha más que duplicado en los últimos 20 años hasta rondar los 400 millones de toneladas en 2023 y, con ello, también desgraciadamente las fugas de plástico. Actualmente, más de cuatro quintas partes de ellas corresponden a macroplásticos, una situación que podría agravarse hasta al menos 2060 debido al estelar incremento de los microplásticos, según los últimos datos del informe Perspectivas Mundiales del Plástico de la OCDE.Ahora bien, se estima que el volumen de plástico reciclado no seguirá una trayectoria tan fulgurante y si bien se quintuplicará entre 2020 y 2060, apenas un 29% de los desperdicios tendrán una segunda vida, frente a casi un 50% que aterrizarán en vertederos incontrolados. Además, se calcula que su acumulación en ríos y océanos podría crecer un 177% entre 2025 y 2060, hasta rondar los 500 millones de toneladas en este último año.
Esta visión tan desoladora genera la necesidad de incrementar la capacidad de elaboración de bioplásticos a partir de materias primas de base biológica o vegetal que además puedan biodegradarse rápidamente. La rapidez de acción se torna especialmente acuciante en sectores como la logística, la automoción, la agricultura o la electrónica de consumo, que seguirán expansionándose a la sombra del crecimiento de la población mundial. A pesar de la urgencia, no será hasta casi 2030 cuando la producción de bioplásticos biodegradables sea notablemente superior a la de aquellos no biodegradables.