Saudi Aramco, la petrolera estatal de Arabia Saudí, anunció el domingo beneficios récord en 2022. La compañía vio cómo el año pasado sus ganancias netas se disparaban un 47%, hasta los 161.100 millones de dólares, gracias a la subida de los precios mundiales del petróleo y el gas tras la invasión rusa de Ucrania. Con otros gigantes petroleros como Exxon Mobil, Chevron y Shell reportando beneficios récord en 2022, el anuncio de ayer no fue una sorpresa, aunque la reacción fue en gran medida la misma: un atisbo de desconcierto mezclado con peticiones de impuestos extraordinarios.
A principios de este año, el CEO de Aramco, Amin Nasser, rechazó la idea de un impuesto sobre los beneficios extraordinarios del petróleo al considerar que podría frenar la inversión en fuentes de energía alternativas y convencionales. El año pasado, el gasto de capital de la petrolera saudí, compuesto en gran parte por inversiones en petróleo y gas, ascendió a 37.600 millones de dólares, un 18% más que el año anterior.
"Dado que anticipamos que el petróleo y el gas seguirán siendo esenciales en el futuro previsible, los riesgos de una inversión insuficiente en nuestra industria son reales, incluida la contribución a precios de energía más altos. Para aprovechar nuestras ventajas únicas a escala y ser parte de la solución global, Aramco se ha embarcado en el programa de gasto de capital más grande de su historia", declaró en un comunicado el CEO de la empresa. "Nos centramos no sólo en ampliar la producción de petróleo, gas y productos químicos, sino también en invertir en nuevas tecnologías con menos emisiones de carbono que permitan reducirlas aún más, tanto en nuestras propias operaciones como para los usuarios finales de nuestros productos", añadió Nasser para apaciguar a quienes piden que los beneficios extraordinarios se destinen a acelerar la descarbonización.