En su informe “Perspectivas de la Economía Mundial”, publicado el pasado mes de octubre, el Fondo Monetario Internacional destaca: “La recuperación mundial tras la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania sigue siendo lenta y desigual. (…) La actividad económica está todavía por debajo de su trayectoria anterior a la pandemia, en especial en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, y existen divergencias crecientes entre las regiones. Varias fuerzas están frenando la recuperación”. La entidad pronostica que el crecimiento mundial se desacelere de 3,5% en 2022 a 3,0% en 2023 y 2,9% en 2024. Estas cifras están muy por debajo del promedio histórico (2000–19) de 3,8%.
En este contexto, no es de extrañar que bastantes personas sientan preocupación al pensar en su situación económica no sólo actual, sino también futura, temiendo por el estado de sus finanzas personales. Según los datos de la macroencuesta Statista Consumer Insights, el 35% de los encuestados en Estados Unidos respondieron afirmativamente a la pregunta de si están preocupados por su futuro financiero, cifra similar a la registrada en Reino Unido (34%) y Alemania (36%). La proporción es aún mayor en países como México (42%) y España (43%). En cambio, las finanzas personales parecen no ser un motivo de inquietud para un porcentaje tan elevado de encuestados en las regiones urbanas de China, pues sólo una sexta parte de los entrevistados en el país reconoció estar preocupado por el estado futuro de su situación financiera.