Tras el anuncio del Kremlin del inicio de un ataque masivo a Ucrania, la Unión Europea y numerosos países empezaron a imponer una serie de sanciones a Rusia. El pasado 8 de marzo, el presidente estadounidense Joe Biden vetó las importaciones rusas de gas, carbón y petróleo a Estados Unidos, convirtiéndose en el primer país de la actual alianza contra Putin en hacerlo. El Reino Unido secundó esta medida prometiendo frenar las importaciones de petróleo ruso a finales de año. Los expertos del sector energético consideran que la medida de Biden es en gran parte simbólica, ya que las importaciones de crudo ruso a Estados Unidos sólo representaron el 8% de las importaciones totales de ese producto en 2021.
Un cese del comercio, especialmente de las importaciones de gas y petróleo rusas, podría suponer problemas para Europa a largo plazo, ya que el 30% del petróleo de la Unión Europea proviene de Rusia. Esto explica la vacilación de países como Alemania a la hora de seguir el ejemplo estadounidense, pero otras naciones tienen menos que temer en lo que respecta a la escasez de petróleo, como muestra nuestro gráfico.
Arabia Saudí, por ejemplo, no sólo fue el mayor exportador de crudo en 2020, con una cuota de mercado del 17%, sino que también tiene la segunda mayor reserva de petróleo del mundo, con 298.000 millones de barriles. Esta cifra sólo la supera Venezuela, que lidera el ranking mundial de reservas de petróleo, con 304.000 millones de barriles, lo que supone una participación del 18% de todo el recurso global. Por su parte, Canadá, que tenía la tercera mayor reserva del preciado hidrocarburo en 2020, con 168.000 millones de barriles y una cuota del 10%, generó además 48.000 millones de dólares con las exportaciones ese mismo año, lo que le convertía en el sexto mayor exportador de petróleo del mundo. La prohibición de las importaciones petroleras rusas reforzaría la dependencia de los países importadores hacia países como Arabia Saudí, Kuwait, Irán e Irak.