Se dice que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, pero lo cierto es que la práctica y la regulación de esta actividad sigue siendo un tema polémico, y no sólo en el Día Internacional para poner fin a la violencia contra las trabajadoras y trabajadores sexuales, que se conmemora cada 17 de diciembre. La normativa sobre prostitución divide al mundo y Europa no es ninguna excepción, pues en el Viejo Continente ésta difiere bastante por países.
Sólo tres Estados miembros de la Unión Europea aplican una prohibición estricta del trabajo sexual, sancionando tanto a los compradores como a los vendedores. En Francia, Suecia e Irlanda, que siguen el llamado modelo nórdico neoabolicionista, prostituirse es legal, pero ser cliente es ilegal. El resto de los Estados miembros de la UE son bastante más indulgentes con esta actividad, como muestra nuestro gráfico.
España se sitúa en el grupo de países que no regulan la prostitución, cuyo ejercicio es sin embargo legal. Eso sí, el enriquecimiento de terceros con esta actividad (por ejemplo a través del proxenetismo o los prostíbulos) está castigado. Alemania, Austria o los Países Bajos están a la vanguardia en lo que respecta a la incorporación de las personas que ejercen esta actividad a la población formalmente ocupada, dado que en ellos la prostitución no es sólo legal, sino que también está regulada. En Alemania, por ejemplo, el ejercicio de la prostitución se regularizó en 2002 mediante una legislación que equipara esta actividad con cualquier otro trabajo.