Inteligencia artificial (IA) es un término acuñado por el profesor de Stanford John McCarthy en 1956, para denominar a la disciplina informática que trata de crear sistemas capaces de aprender y razonar como un ser humano. Si bien hace apenas dos décadas la inteligencia artificial parecía una historia de ciencia ficción enfocada en diseñar robots, su rostro se ha ido humanizando a la par que
aumentaba hasta rondar los 300 millones en 2024. Y es que las aplicaciones de la IA van mucho más allá de la
, un segmento que, aunque destinado a incrementar su protagonismo a corto y medio plazo, contribuye actualmente en apenas un 9% al tamaño de mercado total de esta industria.
se perfilan actualmente como las dos piedras angulares de un negocio que podría tener un impacto positivo sobre el PIB mundial de más de dos billones de dólares estadounidenses.
El boom de la IA generativa
Vinculados a la inteligencia artificial y al ya mencionado aprendizaje automático recientemente han surgido otros dos conceptos interconectados —aprendizaje profundo (
deep learning) y redes neuronales (
neuronal networks)—, que cada vez resuenan más en el día a día. En líneas generales, el aprendizaje automático es un subconjunto de la IA, mientras que el aprendizaje profundo es un subcampo del aprendizaje automático y las redes neuronales constituyen la columna vertebral de los algoritmos de aprendizaje profundo. Es precisamente en los dos últimos en los que se apoyan la inteligencia artificial generativa y los
modelos fundacionales que tanto interés han suscitado entre las grandes tecnológicas debido su gran potencial. Y es que los avances en este campo han sido asombrosos. La IA generativa se refiere a programas que pueden, como su propio nombre indica, generar textos, imágenes, música y mucho más. Este campo ha atraído a las grandes tecnológicas, que compiten por posicionarse en la cresta de la ola. No en vano, solo entre 2019 y 2023
Google ha generado 40 modelos, el doble que OpenAI, creadora de
ChatGPT.
¿Han perdido los inversores la fe en la IA?
A pesar del viento de cola que el lanzamiento de ChatGPT-3.5 a finales de 2022 supuso para la IA, lo cierto es que el interés del público general y el de los inversores han seguido caminos opuestos. En 2021, tuvo lugar una
explosión de aporte de capital hacia empresas vinculadas la inteligencia artificial, hasta el punto de rebasarse el umbral de los 337.000 millones de dólares estadounidenses. Solo la
financiación de startups alcanzó la cifra nunca antes vista en esta área de 92.100 millones y el valor promedio de cada acuerdo cerrado rondaba los 29 millones. La fiebre impactaba también sobre las
patentes, que se incrementaron en un 64% respecto 2020. Ahora bien, ya sea por la lentitud de retorno de la inversión o por los decepcionantes resultados de algunos prototipos, lo cierto es que, si bien el número de patentes siguió incrementándose en años posteriores, las inversiones empresariales se recortaron drásticamente situándose por debajo de los 190.000 millones de dólares estadounidenses, mientras que la financiación de startups descendió en 2023 un 41,2% en comparación con 2021.
Con respecto a 2024, los datos disponibles muestran un ligero incremento en el aporte de capital de riesgo, aunque queda muy lejos el establecimiento de un nuevo récord.
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