La temporada de corte de caña de azúcar ocurre anualmente de noviembre a mayo. En Cuba, el azúcar ha jugado un papel fundamental desde que los colonos españoles introdujeron el cultivo de caña en el siglo XVI. A pesar de esta historia arraigada, la industria lleva años en declive. Según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba, en la década de 1980, la isla producía regularmente más de siete millones de toneladas de azúcar. Sin embargo, para 2023, esta cifra había caído a 350.000 toneladas, marcando la cosecha de azúcar más baja en más de un siglo.
El colapso de la Unión Soviética, la disminución de los precios del azúcar en los años 90 y las duraderas sanciones económicas de Estados Unidos durante décadas han contribuido al precario estado de la industria azucarera. Factores como la tecnología obsoleta y la escasez de insumos esenciales, incluidos herbicidas, repuestos, camiones y diésel, han exacerbado la situación.
Durante la cosecha de 2022, 36 refinerías estaban operativas. Un año después, según el gobierno cubano, menos de dos docenas seguían funcionando. En 2023, por primera vez, Cuba no logró exportar más azúcar del que consumía, teniendo que recurrir a la importación para cubrir la demanda nacional. Esta situación contrasta fuertemente con sus años de gloria como uno de los principales exportadores de azúcar en el mundo.