En las últimas semanas se han ido difundiendo en todo el mundo teorías conspirativas que aseguraban que existía una relación entre la tecnología de conexión inalámbrica 5G y el coronavirus. Más allá de estas teorías, y de los desmentidos que se han sucedido, lo que está claro es que el 5G ha llegado para quedarse, pues algunas fuentes estiman que el número de suscripciones móviles a redes 5G rozará los 2.500 millones en 2025.
Desde la creación de las primeras redes móviles 2G en la década de 1990 hasta el despliegue de la 5G, el desarrollo de nuevas tecnologías de transmisión de datos móviles ha seguido acelerándose. La tecnología 3G, introducida a principios de la década del 2000, tardó 12 años en llegar a mil millones de usuarios en todo el mundo. En comparación, la 4G se extendió tres veces más rápido, alcanzando la marca de mil millones de usuarios cuatro años después de su introducción en 2010.
Según las estimaciones publicadas en el nuevo informe de Statista sobre las tecnologías móviles, la adopción del 5G podría ser aún más rápida. Se espera que la 5G alcance los mil millones de usuarios en 3,5 años. La rápida difusión de esta tecnología se debe a su coste relativamente asequible, a su facilidad de despliegue (utilización de la red básica 4G) y a sus numerosas aplicaciones: objetos conectados, inteligencia artificial, vehículos autónomos, etc.