Los Juegos Olímpicos comenzaron el pasado viernes en Tokio, en medio de la pandemia de coronavirus, lo que ha provocado que su celebración sea cuestionada por la opinión pública. Ante el repunte de contagios en la capital, el evento se está celebrando a puerta cerrada, lo que supone un duro golpe tanto para el público como para los organizadores, después de un enorme trabajo e inversión.
El exceso de gastos se ha convertido en la norma para las ciudades anfitrionas, y se calcula que el aplazamiento de los juegos durante un año ha costado a Japón 2.800 millones de dólares, dos tercios de los cuales se han pagado con fondos públicos. Esto se suma a un proyecto que ya estaba muy por encima del presupuesto. Cuando la capital japonesa se adjudicó los Juegos Olímpicos en 2013, el comité de la candidatura proyectó una factura final de 7.300 millones de dólares, que fue revisada al alza hasta los 12.600 millones en diciembre de 2019, antes de su postergación, y posteriormente hasta los 22.000 millones de dólares. Según los diarios financieros Nikkei y Asahi, el coste final de la organización de los Juegos Olímpicos será en realidad de 28.000 millones de dólares. De confirmarse, esto convertiría a los Juegos Olímpicos de Verano de Tokio en los más caros de la historia reciente.
Tokio es la última de las ciudades anfitrionas que ha aprendido una dura lección económica. Estudios de la Universidad de Oxford y el sitio web Play The Game muestran cómo los costes se dispararon en la mayoría de las ciudades a lo largo de los años. Ejemplos notables son Montreal, en 1976, donde los juegos sobrepasaron el presupuesto en un 720%, y Barcelona, en 1992, que experimentó un sobrecoste del 266%.
En los últimos años, los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro costaron algo menos de 14.000 millones de dólares, lo que supuso un exceso presupuestario del 352%, mientras que los Juegos Olímpicos de Londres 2012 tuvieron una factura final de algo menos de 15.000 millones de dólares, con un sobrecoste del 76%. El aumento de los gastos también es una característica de los Juegos Olímpicos de Invierno, en los que se han producido varias catástrofes financieras, como la de Sochi. Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en la ciudad rusa costaron 21.890 millones de dólares, un 289% más de lo planeado.