Venezuela se prepara para votar este domingo 28 de julio por el próximo presidente de la República, quien asumirá un mandato de seis años a partir del 10 de enero de 2025. Este momento es particularmente significativo en un país profundamente polarizado y enfrentado a serios desafíos económicos y sociales.
Durante los últimos 25 años, el autoproclamado Movimiento Bolivariano ha dominado la política venezolana. No obstante, las encuestas de opinión revelan que el candidato opositor, el diplomático Edmundo González, lleva una ventaja de 30 puntos porcentuales sobre el actual presidente, Nicolás Maduro.
A pesar de esta ventaja en las encuestas, tanto la oposición como la sociedad civil y la comunidad internacional temen que las elecciones no sean libres ni justas. Según una encuesta del Instituto Delphos, publicada por la Americas Society/Council of the Americas (AS/COA), más de un tercio de los venezolanos confía en que las elecciones podrían marcar un punto de inflexión con la victoria de la oposición y el inicio de una transición. Sin embargo, la mayoría sigue siendo escéptica respecto a una verdadera transición de poder, con casi la mitad creyendo que, gane o pierda la oposición, Maduro continuará en el poder.
Nicolás Maduro, quien ha gobernado Venezuela desde 2013, ha dejado claro su deseo de continuar en el cargo, advirtiendo la semana pasada que, de no ser reelegido, Venezuela podría enfrentarse a un "baño de sangre". Controlando todas las instituciones públicas del país, el Gobierno ha sido acusado de manipular resultados electorales en el pasado. En particular, en 2017, cuando las autoridades electorales inicialmente anunciaron la victoria de la oposición en los comicios para la gobernación, decisión que fue luego revocada a favor del candidato oficialista, un episodio ampliamente considerado como un flagrante caso de fraude electoral.