El 22 de marzo es el Día Mundial del Agua de la ONU, que "celebra el agua y sensibiliza sobre los 2.000 millones de personas que viven actualmente sin acceso a agua potable".
El agua no sólo es la base de la vida de animales y plantas, sino que se prevé que en las próximas décadas se convierta en un recurso disputado en algunas partes del mundo. Según la ONU, "cuando un territorio extrae el 25% o más de sus recursos renovables de agua dulce se dice que tiene 'estrés hídrico'". De acuerdo con cifras de este organismo, el estrés hídrico mundial era del 18,2% en 2020. En 2022, sin embargo, 2.400 millones de personas vivían en zonas expuestas, en algunos casos, a un estrés hídrico extremo.
No es posible determinar con exactitud cuál será esta cifra en 2050 debido a numerosos factores, como la población mundial o la evolución económica y política de los países emergentes y en transición. Por ello, los científicos trabajan actualmente con escenarios en lugar de estimaciones más precisas. Sin embargo, se considera seguro que la demanda de agua aumentará de forma constante y que muchos países ya consumen más de lo que tienen disponible.
Como muestra el gráfico basado en las proyecciones del World Resources Institute (WRI), se prevé que 51 de los 164 países y regiones analizados sufrirán un estrés hídrico de alto a extremadamente alto en 2050, lo que corresponde al 31% de la población. Según el WRI, el escenario utilizado corresponde a un futuro "sin cambios", con un aumento de la temperatura de entre 2,8 y 4,6 grados celsius de aquí a 2100 y un mundo que sigue siendo desigual, "con un crecimiento económico lento, una gobernanza y unas instituciones débiles, escasas inversiones en medioambiente y tecnología, y un crecimiento demográfico elevado, sobre todo en los países en desarrollo".
Países del sur de Europa como Portugal, España e Italia también sufren ya un elevado estrés hídrico, y se prevé que la situación en España empeore significativamente de aquí a 2050. Para Francia y Polonia, los expertos del WRI parten de un estrés hídrico de medio a alto, lo que corresponde a una tasa de utilización del 20 al 40% de los recursos disponibles.