Las obras de arte son el nuevo blanco de las protestas climáticas: el mes pasado, dos jóvenes activistas de la organización Just Stop Oil arrojaron sopa de tomate sobre el cuadro 'Los girasoles' de Van Gogh en Londres. Una pintura de Monet, en Alemania, sufrió la misma suerte al recibir puré de patatas lanzado por activistas del grupo Letzte Generation. Mientras los movimientos de jóvenes activistas climáticos continúan vandalizando obras de arte, nos preguntamos: ¿hasta qué punto el miedo al cambio climático afecta a las nuevas generaciones?
UNICEF advirtió en 2021 que mil millones de niños correrán un "riesgo extremadamente alto" como resultado del cambio climático en un informe que analiza la vulnerabilidad y la exposición de los niños a los impactos climáticos y ambientales, tales como ciclones u olas de calor. Un estudio publicado en The Lancet el año pasado muestra que casi el 60% de los 10.000 jóvenes de 16 a 25 años encuestados en diez países dijo estar extremadamente preocupado o muy preocupado por el cambio climático. Si bien la ansiedad climática, o la “eco-ansiedad”, no es una enfermedad mental —sino que está relacionada con la preocupación y el temor sobre los efectos del cambio climático—, suele ir acompañada de sentimientos de enojo, tristeza, culpa y vergüenza, que a su vez pueden afectar el estado de ánimo y el comportamiento.
Según el informe, en Filipinas el 84% de los jóvenes estaban extremadamente preocupados o muy preocupados, seguido por el 68% en India y el 67% en Brasil. Con respecto a Europa, en Portugal el porcentaje es del 65% y en Francia del 58%. Nigeria (51%), Reino Unido (49%) y Estados Unidos (46%) completan la lista con porcentajes similares. Estos países fueron elegidos por representar una amplia gama de culturas, economías, climas, vulnerabilidades climáticas y exposición a diferentes intensidades de eventos relacionados con el clima.