Uno de los efectos positivos de la pandemia de COVID-19 es la aceleración en la adopción de nuevas tecnologías que nos permiten realizar actividades de forma remota. Los avances en las telecomunicaciones, la robótica y la inteligencia artificial vuelven a ciertas tareas cada vez menos dependientes de los seres humanos.
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la intensificación del uso de la tecnología favorece a los países que están mejor preparados para adaptarse a los avances. En América Latina y el Caribe, por ejemplo, se estima que una gran parte de los trabajadores son empleados en ocupaciones con una alta probabilidad de automatización. De los doce países incluidos en el análisis, la mayor proporción se encuentra en Guatemala y El Salvador, donde un 75% de la fuerza laboral podría ser reemplazada por robots. Esto implica que tres de cada cuatro puestos de trabajo podrían ser ocupados por máquinas en un futuro no muy lejano. En Estados Unidos, en cambio, este porcentaje es inferior al 50%.