Las fronteras entre territorios han adquirido un nuevo significado desde el comienzo de la epidemia del coronavirus. Las autoridades y ciudadanos son conscientes de que el movimiento de personas entre regiones ayuda a propagar el virus SARS-CoV-2, hecho que está teniendo un efecto devastador en sectores como el del turismo y de los viajes. Además, se teme que los grupos nacionalistas puedan coger impulso con la recesión derivada de la hibernación económica.
En cuanto a la economía, en algunos sectores es de esperar que los consumidores locales se decanten por los productos regionales frente a los importados, estos últimos ya dificultados por las trabas puestas a los viajes de personas. En este escenario, el comercio se podría volver más local, tendencia que iría acorde con la experimentada en la última década en el mundo, en la que los intercambios internacionales se estabilizaron en un valor de alrededor del 60% del PIB tras años de crecimiento gradual, según datos del Banco Mundial.