En la década de los noventa, la consultora estadounidense JP Morgan Chase creó un índice para medir el riesgo de los bonos de deuda pública de las economías en vías de desarrollo. A través de los años, el denominado Índice de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI), más popularmente conocido como “riesgo país”, se ha convertido en un indicador de referencia para los mercados bursátiles al analizar la seguridad financiera del mundo en desarrollo, especialmente en América Latina.
El mencionado índice EMBI evalúa el nivel de riesgo y las tasas de interés pagadas por los títulos de deuda soberana de ciertos países. Dicho análisis se elabora en relación con las tasas de interés de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, que son considerados como libres de riesgo. De esta comparación, se obtiene un diferencial conocido como “spread”. A mayor riesgo, existe una mayor probabilidad de incumplimiento por parte del Estado deudor y por ello las tasas de interés son más altas.
Según los datos del 27 de octubre de 2020, los bonos de deuda pública de Venezuela son los más riesgosos de la región y a la vez, los que pueden generar mayor rentabilidad, ya que son casi un 220% más volátiles que los títulos de deuda estadounidense. Desde que la pandemia de COVID-19 llegó a América Latina, el riesgo estimado de estos bonos aumentó en la mayoría de las economías de la región, con un crecimiento del 26% entre el 28 de febrero y el 27 de octubre en el caso de México y un alza del 22% en el caso de Brasil.