La Agenda Digital para España - Datos estadísticos
La crisis financiera surgida en 2008 puso de manifiesto ciertas debilidades estructurales de la economía europea y de su grado de desarrollo tecnológico. El talón de Aquiles de la sociedad digital era, paradójicamente, la inexistencia de una verdadera sociedad digital. La fragmentación de los mercados digitales, la falta de inversión en infraestructuras, el incremento de la ciberdelincuencia y los vacíos legales al respecto o los altos índices de analfabetización digital delineaban un escenario empedrado sobre el que orquestar 28 países parecía un trabajo hercúleo.
La Agenda Digital para Europa 2020, lanzada por la Comisión Europea dentro de su estrategia Europa 2020, se ha convertido en la batuta de una operación que debe concluir en una armonía social y tecnológica completa, con notas sostenidas en materia de infraestructuras, economía digital, comercio electrónico, ciberseguridad y digitalización de los servicios públicos.
Para el cumplimiento de esta estrategia, España fijó su propia Agenda Digital acorde a las directrices establecidas por la Unión Europea y articulada mediante varios planes específicos:
- Plan de telecomunicaciones y redes ultrarrápidas para fomentar la inversión eficiente y sostenible en redes ultrarrápidas, mejorar la cobertura de Internet y facilitar su acceso tanto a los hogares como a la población en general.
- Plan de TIC en las pymes y comercio electrónico, nacido con el fin de emplear las TIC para mejorar la competitividad y las habilidades digitales de las pymes. Entre sus objetivos principales figura el incremento de las microempresas con sitio web propio o del número de compradores online.
- Plan de impulso a la economía digital y los contenidos digitales para aprovechar el potencial de crecimiento de la industria de contenidos digitales.
- Plan de internacionalización de empresas tecnológicas, orientado al incremento de la visibilidad y la presencia internacional de las empresas españolas de base tecnológica.
- Plan de confianza en el ámbito digital, ideado para crear un clima de confianza en el ámbito digital de forma que tanto las empresas como los ciudadanos en general se sientan más animados e informados sobre las opciones de seguridad online existentes y la protección de sus datos.
- Plan de inclusión digital y empleabilidad para promover el uso de Internet entre la población y reducir la brecha digital.
- Plan de servicios públicos digitales para una mayor eficiencia y vertebración mediante el impulso de la digitalización de los mismos.
A estos habría que sumar algunas otras estrategias nacidas para satisfacer las nuevas demandas digitales, como el Plan de desarrollo e innovación del sector TIC, el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes o el Plan de Impulso de las Tecnologías del Lenguaje, que completan la textura de esta sinfonía digital.
Pero, ¿está España tocando bien o tan solo interpreta un canon deficiente? Son muchos los expertos del sector que siguen recriminando al Gobierno la poca relevancia que la clase política le ha venido concediendo a la Agenda Digital hasta ahora, lo cual queda demostrado con los últimos recortes aprobados en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) a pesar de la gran aportación al PIB que supone su consecución. Así las cosas, 2020 está cerca, pero la perfecta obra maestra queda aún muy lejos.
La Agenda Digital para Europa 2020, lanzada por la Comisión Europea dentro de su estrategia Europa 2020, se ha convertido en la batuta de una operación que debe concluir en una armonía social y tecnológica completa, con notas sostenidas en materia de infraestructuras, economía digital, comercio electrónico, ciberseguridad y digitalización de los servicios públicos.
Para el cumplimiento de esta estrategia, España fijó su propia Agenda Digital acorde a las directrices establecidas por la Unión Europea y articulada mediante varios planes específicos:
- Plan de telecomunicaciones y redes ultrarrápidas para fomentar la inversión eficiente y sostenible en redes ultrarrápidas, mejorar la cobertura de Internet y facilitar su acceso tanto a los hogares como a la población en general.
- Plan de TIC en las pymes y comercio electrónico, nacido con el fin de emplear las TIC para mejorar la competitividad y las habilidades digitales de las pymes. Entre sus objetivos principales figura el incremento de las microempresas con sitio web propio o del número de compradores online.
- Plan de impulso a la economía digital y los contenidos digitales para aprovechar el potencial de crecimiento de la industria de contenidos digitales.
- Plan de internacionalización de empresas tecnológicas, orientado al incremento de la visibilidad y la presencia internacional de las empresas españolas de base tecnológica.
- Plan de confianza en el ámbito digital, ideado para crear un clima de confianza en el ámbito digital de forma que tanto las empresas como los ciudadanos en general se sientan más animados e informados sobre las opciones de seguridad online existentes y la protección de sus datos.
- Plan de inclusión digital y empleabilidad para promover el uso de Internet entre la población y reducir la brecha digital.
- Plan de servicios públicos digitales para una mayor eficiencia y vertebración mediante el impulso de la digitalización de los mismos.
A estos habría que sumar algunas otras estrategias nacidas para satisfacer las nuevas demandas digitales, como el Plan de desarrollo e innovación del sector TIC, el Plan Nacional de Ciudades Inteligentes o el Plan de Impulso de las Tecnologías del Lenguaje, que completan la textura de esta sinfonía digital.
Pero, ¿está España tocando bien o tan solo interpreta un canon deficiente? Son muchos los expertos del sector que siguen recriminando al Gobierno la poca relevancia que la clase política le ha venido concediendo a la Agenda Digital hasta ahora, lo cual queda demostrado con los últimos recortes aprobados en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) a pesar de la gran aportación al PIB que supone su consecución. Así las cosas, 2020 está cerca, pero la perfecta obra maestra queda aún muy lejos.
