Esta relevancia se debe, entre otras cosas, al peso de los resultados en las ventas. De hecho, el álbum “21” de la cantante británica Adele, uno de los más aclamados de la historia de los Grammy a tan solo una victoria de clásicos como “Thriller”, fue el más vendido en el año de su lanzamiento.“Shallow”, la canción interpretada por Lady Gaga y Bradley Cooper y parte de la banda sonora de la película “Ha nacido una estrella”, es otro claro ejemplo. Tras la celebración de la 61ª edición de los premios, celebrada en febrero de 2019, las descargas de este sencillo crecieron aproximadamente un 230%. Tan solo un año antes, el disco Divide de Ed Sheeran, ganador del Grammy al mejor álbum vocal pop del año, vendió cerca de 50.000 copias durante la semana posterior a la celebración de la ceremonia.
Ahora bien, los Grammy también han tenido que adaptarse a las nuevas tecnologías. Y es que, son cada vez más lo que prefieren seguir la ceremonia a través de las redes sociales. Así lo muestran las más de 26 millones de interacciones en Twitter, Facebook e Instagram registradas en el periodo transcurrido entre las tres horas previas y las tres horas posteriores a la emisión de la última edición. Sin embargo, este aumento de la actividad en Internet ha ido unido a un descenso general de la audiencia, que desde 2012 no ha vuelto a superar los 30 millones de telespectadores.
La situación difiere un poco en el caso de los Grammy Latino. Si bien la audiencia de la versión latina de los premios es muy inferior y también ha experimentado una caída en el número de telespectadores en los últimos dos años, la emisión de Univisión sigue manteniendo una cierta estabilidad. Pero la diferencia se nota también en la presencia española. No solo Alejandro Sanz es el quinto artista más premiado de la historia de los Grammy Latino, sino que España ocupa la cuarta posición en el ranking de países con más victorias, solo por detrás de países como México o Brasil.
En cuanto a la publicidad, la inversión de los patrocinadores en este tipo de eventos mantiene la tendencia creciente iniciada cerca de una década atrás. Lo mismo ocurre con el coste medio por un spot televisivo de 30 segundos durante los Grammy. Y es que, desde que superó el umbral de los 900.000 dólares en 2013, no muestra señales de reducir.
