La agricultura orgánica se trata de un método de producción que busca preservar los nutrientes del suelo y mantener la diversidad biológica dentro del sistema, entre otras cosas, mediante la abstención del uso de pesticidas, fertilizantes, organismos genéticamente modificados, antibióticos y hormonas de crecimiento. Su origen se remonta al siglo XX, sin embargo, ha sido recientemente cuando ha ido ganando relevancia gracias a la cada vez mayor preocupación de la sociedad por el medio ambiente y a la creciente cantidad de individuos que deciden apostar por una dieta integrada por alimentos más “naturales” y “saludables”. Concretamente, y pesar de los elevados costes asociados a esta actividad primaria, la
pasó de apenas 35.700 millones de hectáreas en 2010 a casi 76.500 millones 11 años más tarde, con visos de una expansión para 2031 de hasta un 108,4%. No solo eso, sino que el
ya alcanzaba los 170.000 millones de dólares estadounidenses a cierre de 2022; un valor que las últimas previsiones apuntan a que al menos se duplicará en el próximo octenio y que si todo sigue como hasta ahora se deberá, en gran parte, a la denominada agricultura orgánica pura.
La producción orgánica
Pero ¿quiénes son los principales nombres dentro de la agricultura orgánica? Si se habla en términos de espacio,
Oceanía es la clara ganadora. La región concentra prácticamente la mitad del área agraria para este fin en la actualidad, mucha de la cual se localiza en Australia. Ahora bien, a diferencia de lo que podría pensarse, esto no se traduce en una mayor presencia de productores y Asia es el claro ejemplo de ello. Esta zona geográfica apenas representa el 9% de la superficie de cultivo orgánico global, pero esto no ha supuesto ni mucho menos un impedimento para el desarrollo del continente en este terreno, ni lo ha relegado a un segundo plano. De hecho, es allí donde se encuentra la
gran mayoría de productores del mundo. En concreto, de los más de 3,5 millones reportados por el Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL por su nombre en inglés) en 2021, cerca de 1,8 millones eran de origen asiático. La razón tiene un evidente protagonista: India. No en vano, cerca del 90% de la cantidad registrada a nivel regional se ubica precisamente dentro de las fronteras de este Estado del Sur de Asia. En cambio, Oceanía engloba menos del 1% del total. Esto no sorprende, no obstante, si se considera que
mucha de su área orgánica se trata de pradera permanente, con una mínima proporción dedicada al cultivo
per se; situación drásticamente opuesta a la de Asia. Y es que alrededor del 52% de la tierra asiática que se usa en esta clase de agricultura es arable, mientras que en torno al 14% se reserva para cultivos permanentes como té, olivos o plantas medicinales.
La alimentación: una pieza clave dentro de la agricultura orgánica
Si bien entre los
productos más destacados hay cereales, cultivos textiles y plantas cosechadas en verde —se llama así a aquellos cultivos destinados principalmente a la alimentación animal, el forraje o la producción de energía renovable—, la realidad es que mucho de lo sembrado y recogido por la agricultura orgánica tiene un mismo destino: la industria alimentaria. A fin de cuentas, las frutas y verduras son algunos de los artículos estrella de un mercado que viene registrando un constante aumento en el último tiempo debido al papel clave del comercio electrónico. A saber, tomates, patatas, cítricos y similares representaron alrededor del 40% de las ventas de comida orgánica a nivel global en 2022. Eso sí, como ocurre con otros productos y a pesar de la popularidad ganada a nivel general, estos alimentos no gozan de la misma recepción en todo el planeta.
Estados Unidos, se ha afianzado como el rey indiscutido dentro de este sector, con unas ventas que casi triplican las registradas por Alemania, en segunda posición.
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