Carne cultivada y agricultura celular en el mundo - Datos estadísticos
Una industria en expansión
Son varias decenas de startups las que se han interesado por la agricultura celular desde 2006 y, especialmente, por el área de los cultivos celulares de carne o marisco. Y es que las perspectivas son más que halagüeñas, con una tasa de crecimiento anual compuesto (GAGR) para el segmento de la carne cultivada de un 143% entre 2023 y 2032 y un valor en ese último año cercano a los 20.000 millones de dólares estadounidenses. El otro brazo de esta industria, la fermentación de precisión, tampoco se queda atrás y experimentará incluso un desarrollo más intenso a medio plazo, rozando su tamaño de mercado los 35.000 millones de dólares en 2031.Por ello, no sorprende que 156 empresas desempeñaran ya su actividad en esta área a finales de 2022, situadas aproximadamente un 70% de ellas en dos continentes y, más concretamente, en tres países nada difíciles de adivinar a la vista de la trayectoria del sector. A ellas se suman otras 70 grandes firmas de alimentación, bebidas o ciencias de la salud que han puesto un pie en este campo a través de asociaciones con firmas emergentes para proporcionarles insumos, infraestructuras o know how. Nestlé, Merck, Kerry o Ajinomoto son sólo algunos de los ejemplos más relevantes.
En cuanto al capital de riesgo inyectado para su constitución, las empresas de carne y marisco de cultivo recaudaron 896 millones de dólares en 2022, lo que eleva el total contabilizado desde 2016 a 2.743 millones de dólares. Sin sorpresas añadidas, América y Asia se coronan como los principales receptores —con Estados Unidos e Israel a la cabeza del ranking de países con mayor volumen de inversiones recibidas—.
Una demanda insaciable
Pero ¿cuál es la razón para apostar de forma tan determinante por la agricultura celular y las proteínas alternativas? Sencillamente, satisfacer de forma ética para con la sociedad y el medio ambiente las necesidades alimentarias de una población mundial con visos a rebasar los 10.000 millones de habitantes en 2060 se ha convertido en todo un reto. Solo para bosquejar la magnitud del problema, cabe destacar que la producción mundial de carne estimada para 2023 asciende a 350 millones de toneladas métricas, lo que se traduce en un consumo per cápita anual de aproximadamente 28,5 kg, según datos recogidos en el último informe conjunto de la OCDE y la FAO sobre perspectivas agrícolas mundiales entre 2023 y 2032. De continuar sin alteraciones la dinámica actual de consumo, la producción debería incrementarse en más de un 30% durante los próximos 10 años para cubrir la demanda completamente. En este escenario, la generación de alimentos de forma rápida mediante el cultivo de células o la fermentación se erige como una de las soluciones más plausibles. Llegados a este punto, surge una segunda pregunta: ¿cómo se genera esta carne o pescado?En este sentido, existen dos tipos de producción dentro de la agricultura celular: la acelular (mediante la utilización de bacterias y levaduras para la fermentación de ciertos tipos de proteínas animales o vegetales) y la celular (empleada primordialmente para la generación de carne y marisco cultivados). En este último caso, se extraen células madre o satélite de determinados animales, que son posteriormente diseñadas in vitro y cultivadas en un entorno rico en nutrientes a través de biorreactores.
Principales barreras
Como ocurre en la mayoría de los avances, no todos son ventajas, y la carne cultivada no iba a ser una excepción. Entre los principales inconvenientes figuran los siguientes:- Precio. El mercado de la carne y pescado cultivado crecerá lentamente y sólo conseguirá desbancar a los sustitutos veganos basados en proteína vegetal a partir de 2040, debido a su complejo y costoso proceso de producción. A esto se suman las presiones inflacionistas actuales, que dificultan su distribución rápida y asequible.
- Energía. El consumo energético en forma de calefacción y refrigeración requerido para el proceso de producción es tan elevado que la carne cultivada a gran escala podría generar, hoy por hoy, una huella de carbono incluso superior a la de la carne convencional.
- Aceptación. A pesar de la concienciación y la apertura de los clientes hacia nuevas alternativas de alimentarias, los resultados de gran parte de los estudios de mercado realizados hasta el momento no son tan satisfactorios como cabría esperar (exceptuando algunos países asiáticos). Las principales críticas de los consumidores se centran en su antinaturalidad, su todavía poca agradable textura, su excesivo precio y la falta de información sobre la salubridad durante el proceso de producción.
- Religión. Pese al interés manifestado por judíos y musulmanes hacia la carne cultivada, las autoridades religiosas muestran cierta reticencia a conceder la certificación Kosher y Halal a este tipo de productos, ya que la extracción de células de un animal vivo contraviene la prohibición de comer partes de un animal no sacrificado.