La aceptación del movimiento LGBTIQ+ se ha incrementado notablemente en las dos últimas décadas, aunque no con la misma celeridad en todos los continentes.
actualmente en 67 países -la mayoría ubicados en Oriente Medio, África y Asia- castigado con la
en once de ellos (Mauritania, Nigeria, Somalia, Afganistán, Brunéi, Irán, Pakistán, Catar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Yemen). En otros, puede suponer la cadena perpetua o hasta más de 20 años de prisión.
Ahora bien, la criminalización no es la única razón para ocultar la
orientación sexual. Realizar determinadas demostraciones afectivas o elegir el destino vacacional equivocado puede suponer un grave riesgo para la propia integridad hasta en países impregnados de un cierto halo
gay friendly. Un ejemplo de ello es el Reino Unido. Calificado como uno de los
destinos más seguros para turistas LGBTIQ+, registró 8.650
delitos de odio contra este colectivo dentro de sus fronteras sólo en 2021.
Integración: no es oro todo lo que reluce
“Salir del armario” o tan solo hablar de
atracción sexual con familiares y amigos sigue siendo un gran reto, aun cuando la probabilidad de aceptación por parte del entorno cercano sea elevada. El tema se torna aún más complicado en
el ámbito laboral, donde los comentarios denigrantes y la exclusión están a la orden del día. Incluso tras haber sufrido discriminación, son muchos quienes deciden no denunciar por temor a recibir represalias o el menosprecio de sus superiores. Por ello, más de un 30% de los trabajadores LGBTIQ+ considera esencial
denunciar la falta de inclusión y establecer alianzas entre los trabajadores para fomentar la integración laboral.
Familia: ruptura de los patrones religiosos y sociales tradicionales
Las declaraciones del Papa Francisco en 2020, en las que rompió una lanza a favor del colectivo LGBTIQ+ y la posibilidad tanto de unirse en
matrimonios civiles (legales en apenas 34 países) como de formar una familia, han supuesto un rayo de esperanza en las tinieblas reaccionarias. Si se tiene en cuenta que cerca del 80% de los
habitantes del planeta practicará alguna de las cuatro principales religiones en 2050 y que todas ellas califican como pecaminosa cualquier desviación de la senda heterosexual, puede entenderse el desafío que la lucha por los derechos familiares de esta minoría representa.
Medios de comunicación y publicidad: el gran escaparate
No obstante, el factor religioso no el único decisivo en el forjado de la imagen LGBTIQ+. De hecho, naciones como Estados Unidos, donde la religión tiene un importante peso social, presentan altos porcentajes de apoyo a la gestación subrogada o la
adopción de niños por matrimonios homosexuales. Entonces, ¿qué otros agentes canalizadores de la opinión pública juegan a favor o en contra?
La publicidad y los medios de comunicación se erigen como los reflectores más potentes del universo LGBTIQ+, a pesar de sus estereotipadas proyecciones. Es más, según un estudio realizado por Nielsen en 2022, un
46% del colectivo exige representaciones más auténticas y un 40% una mayor inclusividad en publicidad y medios. No en vano, aproximadamente el 70% de bisexuales y pansexuales afirmó sentirse
excluido de las campañas publicitarias, un porcentaje que se eleva hasta el 80% en el caso de las personas transgénero y de género no binario.
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