Las medidas de distanciamiento social llevadas a cabo por innumerables gobiernos para frenar la propagación del coronavirus tienen importantes consecuencias para el ámbito laboral. La primera de ellas, el cierre de los centros de trabajo de cientos de millones de ciudadanos, que han tenido que abandonar sus oficinas, negocios y fábricas y encerrarse en sus hogares.
En algunas empresas de gran tamaño y recursos, la posibilidad de una mayor automatización de sus procesos laborales seguro que vuelve a la mesa de negociaciación en los próximos meses como una opción atractiva para continuar con la actividad sin poner en peligro la salud de los trabajadores (los mismos que, por esta razón, se quedarían sin empleo).
Según estimaciones del pasado septiembre de la Federación Internacional de Robótica (IFR), este año se instalarán alrededor de 465.000 robots industriales, cifra que aumentará hasta los 522.000 anuales en 2021, la mayoría de ellos en Asia y Australia. Al ejército de autómatas operativos en fábricas se deben añadir aquellos robots que proveen servicios en vez de fabricar productos, como los dedicados a logística, defensa o salud.
Está por ver cómo modificará la pandemia del coronavirus las próximas proyecciones del organismo de robótica IFR sobre el número de autómatas. Algunos expertos adelantan un mayor despliegue de robots con motivo de la epidemia.