El último Informe sobre Riesgos Mundiales 2023, elaborado por la Universidad Ruhr de Bochum, muestra el riesgo que corren los países de todo el mundo en cuanto a catástrofes por fenómenos naturales extremos (terremotos, tormentas, inundaciones, sequías o subida del nivel del mar) e impactos adversos que ocasiona el cambio climático.
El Índice de Riesgo Mundial es un indicador que evalúa el riesgo de catástrofes naturales en 193 países (todos los reconocidos por la ONU) y depende de dos factores: la proporción de la población que está expuesta al peligro de fenómenos naturales extremos y la vulnerabilidad social. Con respecto al continente europeo, Rusia y Turquía son los países con mayor riesgo. Entre los miembros de la Unión Europea, lo son España, Italia y Grecia.
El año pasado, el riesgo más alto de desastres naturales del mundo se registró en Filipinas, cuyo Índice de Riesgo Mundial se sitúa justo por debajo de los 47 puntos sobre 100. Le siguen Indonesia, con 43,50, y la India (41,52). La media en Europa es de aproximadamente 2,4 y este es el riesgo más bajo de todos los continentes. En general, incluso las puntuaciones de los países europeos más vulnerables son bajas en comparación con los países del resto del mundo.
Según el reporte, cada año, millones de personas en todo el mundo sufren catástrofes como consecuencia de fenómenos naturales extremos. Sin embargo, "el riesgo de que un fenómeno natural se convierta en catástrofe sólo depende en parte de la fuerza del propio fenómeno natural". De acuerdo con el informe, son igual de importantes "las estructuras existentes para responder con rapidez y prestar asistencia en caso de emergencia". Por eso, "cuanto más frágil es la red de infraestructuras, mayor es el grado de pobreza extrema y desigualdad y peor es el acceso al sistema sanitario público, más susceptible es una sociedad a los fenómenos naturales".
Si bien los fenómenos naturales extremos no pueden prevenirse, los países pueden reducir el riesgo de catástrofes "luchando contra la pobreza y el hambre, reforzando la educación y la sanidad y adoptando medidas de preparación". Por ejemplo, el índice asegura que "quienes construyen edificios a prueba de terremotos, instalan y utilizan sistemas de alerta temprana e invierten en la protección del clima y el medio ambiente" están mejor preparados contra los fenómenos naturales extremos.