En 2022, la deforestación de la Amazonia brasileña se desaceleró por primera vez desde 2017, tras alcanzar en 2021 un nivel alarmante que no se registraba desde hacía más de una década. Según las estimaciones del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE), se destruyeron 11.568 kilómetros cuadrados de selva amazónica el último año, un área que podría albergar ocho veces a la Ciudad de México. Si bien esta cifra supone una disminución con respecto a 2021, es la segunda más alta desde 2008.
Desde enero de 2019, momento en el que Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil, hasta diciembre de 2022 —el final de su mandato— se perdieron más de 45.500 kilómetros cuadrados de vegetación del área denominada Amazonia Legal, lo que supone un incremento de casi el 60% con respecto al cuatrienio anterior. Como muestra esta infografía de Statista, el Amazonas brasileño no ha visto tasas de deforestación inferiores a los 5.000 kilómetros cuadrados desde 2012, durante el mandato de la presidenta Dilma Rousseff.
Para 2023 el pronóstico continúa siendo preoupante. El INPE documentó por vía satelital una pérdida forestal de 489 kilómetros cuadrados en enero y febrero, una superficie levemente menor que en 2022, cuando superó los 629 kilómetros cuadrados. Desde la asunción de Lula da Silva al poder, quien prometió en su campaña electoral proteger el Amazonas, la nueva administración anunció la reactivación del Fondo Amazonia, un programa de financiamiento para combatir la deforestación. El gobierno entrante también ha dado señales de querer poner fin al protagonismo militar en el área ambiental y de restituir medidas de control como las multas ambientales, que habían sido suspendidas durante el mandato anterior. Queda por verse si estas medidas tendrán un impacto real en la protección de la selva tropical.