COVID-19, políticas monetarias y la inflación crónica
La pandemia por COVID-19 generó un grave impacto en territorio latinoamericano, especialmente sobre algunas de sus industrias claves como el turismo. Sin embargo, la crisis argentina ya era un problema muy arraigado antes de 2020. La Administración Central del país llevaba años tratando de combatir la inflación crónica mediante políticas monetarias que han tenido desafortunados resultados. De hecho, Argentina figura de forma constante entre los tres países con mayor tasa inflacionaria de América Latina. Agregado a esto, también cuenta con una de las cargas fiscales más grandes de la región, lo que genera que muchos trabajadores y empleadores recurran a la economía informal y, con ello, que las arcas del estado reciban menos recursos. Este hecho, lejos de solucionar el problema, lo acentúa, en un país donde más del 40% de la población vive por debajo de la línea de pobreza. Todo esto ha genera la necesidad de incrementar la financiación externa de forma reiterada en los últimos años. En resumen, la Administración Central genera un gasto mayor que los ingresos que percibe y la contracción de deuda se ha convertido en una de las herramientas predilectas para solventar los problemas de liquidez sin provocar de forma inmediata una crisis más profunda.La estructura de la deuda
En 2021, la deuda pública de Argentina superó los 305.000 millones de dólares estadounidenses. En términos relativos, este valor representa un 80,62% del producto interior bruto (PIB) nacional y un aumento del 516% en comparación con 2017. El plazo de pago correspondiente se extiende a lo largo de los próximos 60 años, no obstante, alrededor del 40% del montante debería ser devuelto entre 2022 y 2023. En este escenario, no pude ignorarse el pésimo desempeño del peso argentino frente al dólar estadounidense —el peor de todas las monedas latinoamericanas en 2022—. La galopante devaluación de la moneda local constituye un importante agravante, puesto que el 85% de la deuda pública fue emitida en monedas extranjeras o pesos argentinos ajustados a variables de volatibilidad.