Con el fin de identificar y medir este tipo de desigualdades, existe un indicador denominado Índice de la Brecha de Género, que compara diferentes aspectos de la vida económica, política, laboral o social de hombres y mujeres en más de 140 países. Según datos extraídos de dicho informe sobre el empoderamiento político, el ratio de mujeres en el Parlamento fue de 0,67 en 2016 (esta cifra es el cociente entre el número de mujeres y hombres en el Parlamento). Este mismo índice, en el ámbito de la participación en el mercado laboral, nos da un resultado más nivelado, aunque las desigualdades salariales son inevitablemente evidentes, al igual que en el caso de la mencionada encuesta del INE.
Aunque son muchos los avances conseguidos, queda aún un largo camino por recorrer en muchos aspectos, como por ejemplo, en el maltrato de género. Si bien es cierto que el año 2016 concluyó con un total de 44 víctimas mortales —16 menos que en 2015—, los abusos y maltratos siguen estando a la orden del día, y el perfil de mujer maltratada es cada vez más claro: mujer española, de entre 30 y 39 años, y vinculada sentimentalmente con el agresor, que generalmente es su cónyuge o pareja de hecho. Geográficamente, las comunidades más afectadas en cuanto a victimas mortales son Andalucía y la Comunidad Valenciana, ambas con más de diez mujeres asesinadas en ese año.
A pesar del alto número de víctimas, la mayoría no denuncia. Sin ir más lejos, de las 60 mujeres que perdieron la vida en 2015, tan solo nueve habían denunciado el maltrato. Tanto el instinto de protección maternal como, irónicamente, el miedo a sufrir más y peores abusos, puede arrastrarlas a un final aún más dramático. Definitivamente este es uno de los grandes problemas sociales de España. Complejo y delicado, requiere la atención de campos que van desde la educación hasta la justicia.