La hepatitis es una inflamación del hígado causada principalmente por una infección viral, aunque otro tipo de agentes como toxinas o el consumo excesivo de alcohol puede también inducir dicha inflamación. Existen cinco tipos de virus de la hepatitis, siendo los virus de la hepatitis A, B y C los más comunes. Las consecuencias de estos virus a la salud humana pueden variar desde la presentación de ligeros síntomas hasta un fallo hepático severo que puede llevar a la muerte.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 1,2 millones de personas murieron a causa de hepatitis aguda o alguna de sus secuelas (cáncer o cirrosis) en 2019. Más del 90% de las muertes en ese año fueron por infecciones de los virus tipo B y C, que se consideran los más agresivos con posibilidades del desarrollo de hepatitis crónica.
Desde el año 2000, los decesos causados por hepatitis A, B y E han disminuido considerablemente. Por ejemplo, las muertes por hepatitis tipo B han caído un 10% en las últimas dos décadas, y en el caso del tipo A, las muertes han bajado un 50%. Ambas infecciones cuentan con un esquema de vacunación exitoso que sin lugar a duda ha ayudado en la lucha contra el virus. Desafortunadamente, la situación es diferente con las infecciones por hepatovirus tipo C, cuyas muertes han aumentado un 27%. Hasta el momento, no hay una vacuna efectiva contra la hepatitis C. Ésto, sumado a la falta de un tratamiento antiviral adecuado, puede ser la causa del incremento.