En 2020, la crisis por COVID-19 puso en evidencia la vulnerabilidad de los trabajadores informales, quienes a menudo carecen de protección social y prestaciones laborales. Aunque la informalidad ha vuelto a los niveles anteriores a la pandemia, los trabajadores de la economía informal enfrentan un riesgo entre tres y cuatro veces mayor de caer en la pobreza que aquellos formalizados.
De acuerdo con lo informado por la Organización Internacional del Trabajo, la fuerza laboral informal representa más de la mitad del total de personas empleadas en América Latina. Con aproximadamente ocho de cada diez trabajadores empleados en el sector informal en 2022, Bolivia tiene el mayor índice de informalidad de la región y uno de los más elevados a nivel mundial.
También en la zona andina, Ecuador y Perú cuentan con más de dos tercios de su población ocupada en empleos asalariados informales. Entretanto, en México y Brasil, las mayores economías latinoamericanas, este porcentaje asciende a un 57% y a un 39%, respectivamente.
En el sur del continente, Chile y Uruguay muestran, por el contrario, más empleo formal que informal, ambos con una tasa de informalidad por debajo del 35%.