Se calcula que 2.400 millones de personas que viven en climas cálidos carecerán de acceso a sistemas de refrigeración en 2030, según las últimas proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía. A medida que las olas de calor prolongadas y que baten récords se convierten en la nueva normalidad, el aire acondicionado ofrece protección no sólo contra el calor, sino también contra graves riesgos para la salud. Sin embargo, el acceso al aire acondicionado sigue siendo desigual entre los países y dentro de ellos.
Los datos de una encuesta de Statista Consumer Insights ponen de manifiesto grandes disparidades en la posesión de aire acondicionado en los hogares. En Japón, el 84% de los encuestados declaró tener aire acondicionado en casa. En Estados Unidos y China, la mayoría de los hogares también tienen acceso a sistemas de aire acondicionado. En cambio, en el Reino Unido, sólo el 18% de los encuestados declaró tener aire acondicionado, probablemente debido al clima históricamente templado del país, a pesar de sus altos niveles de renta.
El problema se cruza con preocupaciones más amplias sobre la pobreza energética, que suele asociarse a la falta de calefacción asequible en invierno. Pero ahora, los analistas advierten de que el uso del aire acondicionado se está convirtiendo también en un factor de pobreza energética. El Centro Euromediterráneo sobre el Cambio Climático define un hogar en situación de pobreza energética si los costes de calefacción y refrigeración superan el 10% de sus ingresos o de su gasto total.










