En las últimas décadas, el mundo ha avanzado enormemente en la reducción de la mortalidad infantil. Desde 1993, la mortalidad mundial de los menores de cinco años ha descendido un 60%, y la de los recién nacidos un 51%. Según UNICEF, estas mejoras reflejan años de inversión y colaboración entre gobiernos, donantes, profesionales sanitarios, comunidades y familias.
Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer y, como muestra este gráfico, realizado con datos de UNICEF, los avances se están ralentizando. En 2023, se calcula que 4,8 millones de niños murieron antes de cumplir los cinco años, lo que equivale a unos 36 recién nacidos por cada 1.000 nacidos vivos en todo el mundo. Esta cifra incluye a 2,3 millones de recién nacidos, lo que supone cerca de 17 muertes por cada 1.000 nacidos vivos entre los menores de 28 días. Los avances han sido desiguales en los distintos grupos de edad, ya que casi la mitad de las muertes de menores de cinco años se producen en el primer mes de vida. Además, según las estimaciones actuales de UNICEF, cada año mueren cerca de 300.000 mujeres durante el embarazo o el parto y alrededor de dos millones de niños nacen muertos. Estas cifras equivalen aproximadamente a una muerte prevenible cada siete segundos.
Estas cifras globales también ocultan desigualdades regionales. Según UNICEF, el riesgo de muerte de los menores de cinco años es 80 veces mayor en el país con mayor mortalidad que en el de menor. Los niños que viven en zonas rurales, en hogares más pobres y en zonas frágiles o de conflicto son algunos de los que se enfrentan a riesgos de mortalidad mucho más elevados. Las investigaciones muestran que las disparidades también están relacionadas con factores como la educación y la riqueza de las madres.