La distribución de casas y departamentos completos en Airbnb en la Ciudad de Buenos Aires revela importantes diferencias entre los barrios, de acuerdo con Inside Airbnb. Palermo lidera por amplio margen, con 11.184 propiedades listadas en la plataforma, seguido por Recoleta con 5.049 y Retiro con 1.594. Estos barrios representan polos turísticos y de alta demanda residencial, lo que explica su protagonismo en la oferta de Airbnb.
Un dato interesante surge al comparar estas cifras con las propiedades listadas en Zonaprop, una plataforma más orientada a la compra y alquiler residencial. Mientras que en barrios como Belgrano y Puerto Madero la oferta de Zonaprop supera o se acerca a la de Airbnb, en otros como Palermo y Recoleta, la diferencia es significativa, con un mayor peso de Airbnb.
En términos generales, la fuerte presencia de alojamientos temporales en barrios céntricos y turísticos podría estar relacionada con un fenómeno de gentrificación y presión sobre el mercado inmobiliario, desplazando la oferta tradicional de alquileres largos hacia opciones de corto plazo más rentables para los propietarios. Esta tendencia plantea, entre otros, desafíos para la accesibilidad de la vivienda en la ciudad.
De acuerdo con Vanessa García, arquitecta urbanista y MSc en Urbanismo Integrado y Diseño Sostenible por la Universidad de Stuttgart, las regulaciones a este tipo de empresas pueden ser soluciones parciales, siempre y cuando haya voluntad política de hacerlas efectivas y la presencia "políticas regionales o nacionales más fuertes que permitan que el acceso a la vivienda sea regulado y asequible a las personas que habitan la ciudad".
García opina que el sobreturismo y las viviendas temporales, además de generar un aumento en los alquileres, también hacen que "se quiebren los tejidos barriales". "Solemos pensar en la ciudad como el entorno físico, pero la ciudad también somos nosotros y lo que nosotros hacemos de ella. Por lo tanto la ciudad también es el tejido social que la compone, y ese tejido se alimenta y fortalece en nuestras interacciones con lo que tenemos alrededor, con el vecino, con las rutas que hacemos, con los bienes y servicios que consumimos dentro del mismo lugar", agrega. "Entre más se desgaste ese tejido social, menos gente quiere y puede vivir ahí. Es un círculo vicioso", afirma.
Ante este panorama, ¿podemos encontrar algún beneficio o un lado positivo de los alquileres temporales? En palabras de García, el lado positivo "es meramente individual, quienes experimentan los beneficios son individuos, no hay ninguna comunidad que se esté beneficiando. Si lo vemos por el lado de la comunidad, del colectivo, los impactos sobre estas comunidades ahí no están los beneficios, o si los hay, hay que buscarlos muy, muy bien". De acuerdo son su mirada, los individuos que se benefician con este tipo de alquileres son los dueños de estas plataformas, quienes alquilan sus apartamentos o individuos que busca un alojamiento específico en situaciones muy específicas. Por ejemplo, para alguien que llega a una ciudad y necesita casa por un tiempo, le va a ser más difícil encontrar una renta en tan poco tiempo y de emergencia, y un hotel suele ser menos económico.
En cuanto a lo que podemos hacer como turistas, una de las soluciones que se plantean frente a este escenario es la de hacer turismo sostenible, pero ¿esto qué significa? Según García, si bien "el mundo no se ha puesto de acuerdo" en cuanto a la definición de "sostenible", para ella "es un turismo respetuoso del medio físico, de los recursos de ese contexto y de las personas, del tejido social de ese contexto. Hacer turismo sostenible, amigable o respetuoso es beneficiar a lo local". Por ejemplo, alojarse en hoteles pequeños y no grandes cadenas, o comer en un restaurante local. El "mal" turismo, en cambio, es el que "sobreexplota ese lugar al que llega, que crea disrupciones sociales, que degrada el entorno o el tejido social y termina siendo perjudicial para el lugar y sus personas".